Salvador Cisneros Betancourt
Breve mención de algunos hombres y mujeres que son orgullos de Cuba: José Ramón Betancourt Aguilar: Nació en Camagüey el 1 de febrero de 1801. Bachiller a los 16 años, abogado a los 19 y emigrado a los 24 para no verse envuelto en las conspiraciones de 1825. En México ocupó altísimos puestos jurídicos durante el gobierno de Santa Anna. Hizo una campaña militar contra los americanos invasores (13 de mayo de 1846 en el Calendario USA). Murió en Tacuboya, cerca de la Ciudad de México el 24 de julio de 1857. Había colaborado en varios periódicos mexicanos y dejó escrita la obra “Americanos ilustres”. Gustavo Sánchez Galarraga: Nació en La Habana el 2 de febrero de 1893, donde falleció el 4 de noviembre de 1934. Abogado de profesión y poeta por vocación, desechó el ejercicio de la carrera para cultivar las bellas letras, en las cuales se destacó a gran altura. Su fecunda labor abarca todos los géneros literarios. Algunas de sus composiciones fueron puestas en música por el maestro Ernesto Lecuona como “María la O”, “Rosa la China”, “Flor del Sitio”, “El Cafetal”, etc. De su extensa bibliografía poética anotamos los siguientes títulos: “Canto a la mujer cubana”, “Copos de sueño”, “Glosas del camino”, “Oblación”, “La copa amarga”, “Huerto cerrado”, “Motivos sentimentales”; para el teatro: “La vida falsa”, “La princesa buena”, “La máscara de anoche”, “Compuesta y sin novio”, “El buen camino”; el episodio “Sangre mambisa”; la novela escénica “La expulsada” e infinidad de otras. Sánchez Galarraga fue un poeta de verso fácil y elegante. José Manuel Cortina: Nació en San Diego de Núñez (Cabañas) el 3 de febrero de 1880. Abogado, gran orador, político. Ocupó altísimos puestos políticos como: Secretario de la Presidencia en el Gobierno del presidente Zayas; Presidente de la Delegación cubana en la Liga de las Naciones, Senador y Representante en varias legislaturas, etc. Miembro de la Academia de Ciencias Sociales y Políticas y de otras academias nacionales y extranjeras. Rafael Cruz Pérez: Nació en Sancti Spíritus el 8 de febrero de 1850 y murió en la misma ciudad el 20 de mayo de 1913. Tras las primeras letras, ingresó en los Escolapios de Guanabacoa (1864-67) de cuyo centro salió para ejercer el magisterio, que trocó por el arma del combatiente. El repique de La Demajagua había sonado en su pecho y para la manigua se fue con todo su patriotismo, que mantuvo encendido aun durante el lapso de tregua. Por aquel tiempo se licenció en derecho, mientras dirigía un colegio de primera enseñanza por él fundado: a la par era estudiante y maestro. Con poca vocación al ejercicio de lo abogacía, se especializó por la cultura jurídica, por el examen de los principios y por la investigación de la Historia del Derecho. Y empezó a escribir sobre estas materias, que alternó con escarceos por los campos de la literatura. Vuelta de nuevo la guerra a encenderse, estuvo en ella toda la campaña y a su término, el gobierno interventor lo nombró magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, que presidió breve tiempo y en su cometido recibió juramento al primer Presidente de la República. Antes había sido concejal, síndico y alcalde interino de su ciudad natal, en la que dirigió los periódicos “El Partido Liberal” y “El Espirituano”. Desconocemos los méritos en que se fundó el gobierno de Gómez para nombrar al eminente jurisconsulto miembro de la Academia de la Historia, pero el caso es que Rafael Montoro ocupó años después el sillón que dejara vacante al morir. Antonio Hurtado Valle: Nació en Cienfuegos el 9 de febrero de 1842 y murió el 7 de junio de 1875. Colaboró en “La Moda Ilustrada”, de Cádiz y en otros periódicos con el seudónimo “El hijo del Damují”. En 1864 publicó un tomo de poesías líricas y al estallar la revolución del 68 se incorporó a ella escribiendo con su sangre un nuevo y más sagrado poema. Alcanzó el grado de capitán. Los españoles lo fusilaron. Salvador Cisneros Betancourt: Nació en Camagüey el 10 de febrero de 1828 y falleció en La Habana el 28 de febrero de 1914. De una de las familias de más brillante posición económica y social (poseía el título de Marques de Santa Lucía). Al estallar la guerra de los Diez Años abandonó comodidades y títulos, libertó a sus esclavos y se lanzó a la revolución, poniendo cuanto había, supo y pudo al servicio de la libertad. Asambleísta de Guáimaro, Presidente de la Cámara, Presidente de la República en Armas en las dos contiendas, constituyente en Jimaguayú y en la de 1901. Bajo la República fue senador. Fue una de las figuras más simpáticas y atractivas de la revolución, de porte y trazos finos en el semblante, en el alma y en sus actos todos. El que lea la historia patria lo encuentra a cada paso, siempre afable y suave, pero con la llama de su cubanidad encendida y llameante. Por su fe viva, por su perseverancia sin desmayos por su inquebrantable adhesión a la causa emancipadora mereció del destino el que pudiera coronar su vida ejemplar con el espectáculo de la República ya en marcha. Desiderio Fajardo Ortiz: Nació en Santiago de Cuba el 11 de febrero de 1862 y allí murió el 23 de enero de 1905. Físicamente inválido desde su niñez y condenado para el resto de sus días al “coche de ruedas”, se dio a cultivar su espíritu y a estudiar estimulado y ayudado por su férrea voluntad, convencido de que los valores espirituales e intelectuales constituyen todavía, para orgullo de Cuba, el mejor goce y la mayor satisfacción de la vida. Y fue un excelente escritor, un periodista de fibra, un pedagogo consciente que puso todos sus talentos al servicio de la revolución. Y fue a Nueva York al estallar la última guerra de independencia para poder trabajar holgadamente para la causa santa… Terminada la epopeya libertadora regresó a Cuba. Desiderio Hernández Cabrera: Nació en La Habana el 11 de febrero de 1792, donde falleció el 26 de junio de 1856. Agrimensor, matemático, profesor y escritor. Desde su primera juventud dirigió una escuela primaria en la cual se educaban sesenta niños gratis, habiendo con anterioridad suplido a su maestro Sánchez Martínez en la de Matemáticas de caballeros cadetes, al mismo tiempo que cursaba sus propios estudios. En 1826 alcanzó el título de agrimensor. Con anterioridad fundó una imprenta y colaboró en varios periódicos. Desempeño las cátedras de Dinámica y Astronomía en el Liceo y en La Habanera. Escribió: “Gramática” (1825), “Aritmética” (1827), “Tratado de Geometría elemental y Trigonometría plana” (1830), “Agrimensura cubana” (1834), “Tabla de cuentas” (1845), “Memorias sobre población blanca y sobre huracanes en la isla de Cuba”, “Apéndice al Cosmos del barón Humboldt”, “Topografía médica de Cuba”, “Vocabulario de Agrimensura”, “Tratados de Gnomónica”, “Anemómetro”, “Sistema métrico”, “Meteorología”, “Lecciones de Agrimensura”, “Elementos de Geometría descriptiva”, “Vindicación del sabio español Jorge Juan”, etc. Fue un propulsor de la educación pública y prestó grandes servicios a la Sociedad Patriótica. Se ofreció a enseñar gratis a cierto número de niños facilitándoles él mismo, no obstante su pobreza, el papel y utensilios de estudio. Olallo Valdés: Nació el 12 de febrero de 1820, siendo abandonado en la Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana el 15 de marzo de ese mismo año. El 13 de abril de 1835 llegó el Hermano Fray Olallo Valdés a la Ciudad de Camagüey, en aquellos tiempos llamada Puerto Príncipe, trasladado al Convento-Hospital de San Juan de Dios. Allí curó y atendió a todos los necesitados según el transcurso de los años, víctimas de las epidemias de cólera y de viruelas fueron atendidos por él. Fue a este hospital donde el 12 de mayo de 1873 una columna española llevó el cadáver del Mayor General Ignacio Agramonte. Falleció el 7 de marzo de 1889 en el propio hospital donde tanto alivio, físico y espiritual, dio. Néstor Aranguren Martínez: Nació en La Habana el 14 de febrero de 1873 e ingresó en las filas de la Revolución al estallar la última guerra de independencia, alcanzando por sus proezas inauditas y actos de valor el grado de coronel. El 27 de febrero de 1898, denunciado villanamente, la tropa española le sorprende en la finca La Pita, cerca de Campo Florido, y muere gloriosamente defendiéndose del alevoso ataque. Rafael Nogueira Odaeta: Nació en La Habana el 14 de febrero de 1884. Hizo sus primeros estudios en el colegio El Progreso, de Carlos de la Torre, y terminó los superiores graduándose de médico en la Universidad de La Habana. Doctor cirujano considerado en sus tiempos la “primera cuchilla”. Francisco Domínguez Roldán: Nació en La Habana el 15 de febrero de 1864. Eminente radiólogo, patriota, Secretario de Instrucción Pública. Entró en la Revolución en febrero de 1896 por Cárdenas, y reunido a la Junta Revolucionaría local salió de esa ciudad llevando una documentación importante. Acampó en Recreo, y después pasó a visitar al General Máximo Gómez, herido, incorporándose a sus fuerzas. Poco permaneció al lado del General Gómez, habiéndosele confiado el encargo de organizar fuerzas, y recolectar dinero para trocarlo en armas. El doctor Domínguez Roldán recibió al Corresponsal del The Journal, de Nueva York, Mr. G. Frintz, a quien incorporó con las fuerzas del General Gómez. El periodista norteamericano escribió después esa serie de artículos interesantes que formaron la obra “En marcha con Gómez”. Nombrado Gobernador de Occidente (Pinar del Río, La Habana y Matanzas) prestó grandes servicios organizando hospitales de campaña y prefecturas, nombrando los Tenientes Gobernadores de Distrito, y curando al mismo tiempo a los heridos. Estableció el Hospital principal cerca de Ceiba Mocha en un monte llamado “La Cámara”. Su organización no llegó hasta la provincia de Pinar del Río, debido a ulteriores disposiciones del Gobierno insurrecto. El Coronel Domínguez Roldán operó primero con el General Carlos M. Rojas, con quien estuvo en Ojo de Agua, en el Valle de Guacamaro, y en el ingenio Julia. Después con Lacret Morlot mucho tiempo, contribuyendo a sacar varias expediciones, la de Trujillo y la de Collazo que equivocadamente habían desembarcado en Varadero en vez en la Cámara, provocando así el ataque de las tropas españolas que guarnecían ese lugar. Por último operó con el General Betancourt, quien se complacía muchísimo recordando la labor del coronel Domínguez Roldan, y ayudó al coronel Enrique Armando del Junco y al General Clemente Gómez, curándoles también sus heridos. Nicolás Ruiz Espadero: Nació en La Habana el 15 de febrero de 1832 y falleció el 30 de agosto de 1890. El más grande y original de los pianistas y compositores cubanos y de entre los más destacados del orbe entero: “llegó a igualar a Listz y Rubinstein”, dijo La España Musical. “Sus obras” -agregaba la Biografía Universal de los Músicos- “tienen el sabor de la música de Gottschalk, pero con algo de más poderoso y de más profundo.” “Sobre la tumba de Gottschalk” y “El lamento del poeta”, comentaba un crítico europeo, merecen ocupar un digno lugar entre lo mejor que para piano se haya escrito jamás. De sus interpretaciones no queda más que el recuerdo en los anales de la música por la crítica que de ellas se ocupó, pero quedan sus composiciones de renombre universal entre los maestros y son, aparte las dos ya señaladas: “Canto del alma”, “Cantilena”, “Porte”, “ingrata”, “Ossian”, “La caída de las hojas”, “El canto del esclavo”. Se formó en La Habana, recibiendo lecciones de su madre y de los maestros Miró y Arizti. El ambiente musical de la época le fue propicio. Pero sólo por su genio pudo traspasar fronteras sin necesidad de pasar los de La Habana que aureoló, prestigió y elevó. Murió de resultas de unas quemaduras. Dejó rastro de su genio en la pléyade de discípulos que fueron por el mundo pregonando su técnica. Francisco Javier Balmaseda: Falleció en La Habana el 17 de febrero de 1907. Natural de San Juan de los Remedios, Las Villas. A principios de la Guerra de los Diez Años, 14 de febrero de 1869, fue arrestado y enviado a la cárcel africana de Fernando Poo por el gobierno español junto con otros remedianos. Balmaseda fue uno de los pocos dichosos que lograron escapar de la terrible prisión. Una vez en los Estados Unidos redactó sus tristes experiencias, “Los confinados a Fernando Poo e impresiones de un viaje a Guinea”. Regresó a Cuba y durante la República sirvió a la patria desempeñando obligaciones civiles. Regino Boti Barreiro: Nació en Guantánamo el 18 de febrero de 1878. De profesión abogado y escritor de vocación. Poeta de reconocimiento internacional. Anastasio Arango Núñez del Castillo: Nació en La Habana el 21 de febrero de 1772, siguiendo la carrera militar. En 1788 pasó a España con el regimiento de que era cadete, no regresando a Cuba hasta el 1797, en comisión de servicio que para él pidiera el Conde de Jaruco, fue a Santiago de Cuba, en donde se ocupó en levantar planos de Nipe y Guantánamo, camino de esta ciudad a Santiago de Cuba, y una “Memoria sobre defensa general de la Isla”. Luego fue a Matanzas y La Habana, siempre en comisiones de servicios técnicos de orden público, como cañerías, puentes, muelles, etc. En el arma de ingenieros a que sirviera alcanzó los grados de brigadier y mariscal de campo; permaneciendo más de 15 años al servicio exclusivo de Cuba, hasta fallecer el 6 de enero de 1856 en La Habana. José Ramón Torres: Nació el 24 de febrero de 1872 en la ciudad de Holguín. Atendió el colegio de don Tomás Jardines, destacándose por su aplicación e inteligencia. Ya de joven se recibió en La Habana de Procurador Público. A principios de la Revolución del 95 y se trasladó por mar a Puerto Padre, uniéndose a las fuerzas de Miró Argenter y más tarde a las del General Luis de Feria. Formó parte de la columna invasora comandada por el General Antonio Maceo y terminó la guerra con el gradado de Teniente Coronel. En Holguín fundó el periódico “La Opinión” y su oratoria lo condujo al triunfo en la vida. En plena juventud, y siendo Alcalde de de Holguín, el 2 de enero de 1908, le sorprendió la muerte. Matías Vega Alemán: -Nació el 24 de febrero de 1841. Alcanzó el grado de General en el Ejército Libertador de Cuba. Juan Clemente Zenea: -Nació en Bayamo el 24 de febrero de 1832 y murió (fusilado por los militares españoles en La Cabaña) el 25 de agosto de 1871. La poesía y la patria fueron sus dos grandes pasiones. Cuba lo honra con un monumento en el Paseo del Prado de La Habana.